Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales del pasado mes de mayo, han significado un importante vuelco electoral en Aragón. Una combinación de factores (división de candidaturas, desgaste de fuerzas de izquierda, aumento de la desmovilización y abstención, el sistema electoral que impone una barrera para obtener representación…) ha dado como resultado que buena parte del poder municipal y autonómico pase a depender de fuerzas políticas cuyas señas de identidad se sitúan en valores antagónicos a los que se defienden desde el movimiento lgtbi.

Por primera vez, vamos a enfrentar un 28 de junio, Día del Orgullo lgtbi, marcado por una fuerte amenaza hacia los derechos que tantos años nos ha costado lograr.  Asistimos a nivel internacional a un ascenso de fuerzas populistas que cuestionan buena parte de los principios en los que se sustentan las libertades y valores democráticos. Este ascenso tiene su reflejo en el Estado Español. Hemos visto durante estos últimos años la consolidación de un negacionismo por parte de estas fuerzas, Partido Popular (PP) y Vox, que cuestionan los avances en la lucha por la igualdad. Recordemos el famoso recurso del PP ante el Tribunal constitucional en contra del matrimonio igualitario. Ahora, se suman los discursos que cuestionan la lucha por la igualdad de las mujeres, el cambio climático, la necesidad de hacer una revisión de la memoria democrática realizada en el último periodo o plantean la necesidad de adoptar medidas contra la inmigración. Para la derecha y la extrema derecha, los diferentes movimientos sociales aparecen en el horizonte como fuerzas sociales a abatir.

En menos de un mes hemos visto como estos partidos se han repartido el poder en los Ayuntamientos de las capitales aragonesas y  amenazan con tomar el Gobierno de Aragón. En otros territorios, esta gente ha empezado a retirar las banderas arco iris de edificios públicos, han firmado acuerdos para introducir el nefasto pin familiar que cuestiona la necesidad de hablar al alumnado de aspectos relacionados con temas de orientación sexual, de género o de memoria histórica. Se introduce la censura y el temor entre el profesorado y avanzan la incultura y los prejuicios irracionales. Algo parecido ocurre con la violencia de género, negada especialmente por Vox. Una vez más tendremos que recordar que nuestros derechos forman parte de los Derechos Humanos.

Para la población lgtbi, como para cualquier persona demócrata, valores como la igualdad, el respeto a las libertades democráticas, el reconocimiento de la diversidad, a nivel social, de orientación, de género, de origen étnico, son cuestiones fundamentales para poder mantener un horizonte liberador, para poder construir una sociedad donde tengan cabida todas las personas. Hoy, ese reconocimiento está bajo una grave amenaza.

Es por todo esto por lo que la celebración del Día del Orgullo lgtbi adquiere este año un significado especial. Tenemos que salir a la calle para denunciar estos primeros ataques contra nuestros colectivos y los principios democráticos. Hemos visto cómo a nivel mundial se imponen fuerzas políticas tóxicas que cuestionan las libertades, que propagan mentiras, que se niegan a reconocer los resultados electorales cuando les son adversos. Quieren implantar en nuestra sociedad esas mentiras y esos métodos. Ya lo vimos cuando por primera vez en décadas, difundieron en nuestro país sospechas sobre la limpieza del proceso electoral.

Ante estas amenazas tenemos que movilizarnos en las calles. En ISTA creemos que este Orgullo debe de ser una movilización mayor que nunca para dar la señal de alerta ante estas amenazas. No debemos perder la alegría de nuestras movilizaciones. Orgullo es fiesta porque nos vemos y nos encontramos en las calles. No nos van a quitar nuestra alegría. 

Igualmente, la convocatoria de elecciones generales para el próximo mes de julio, debería de ser un momento en el que mostremos nuestra fuerza acudiendo a defender nuestros derechos apoyando a aquellas fuerzas políticas que se pronuncian por el avance en los derechos democráticos y, al mismo tiempo, rechazar a quienes rompen con el consenso social.

Convirtamos otra vez el 28 de junio en el Día del Orgullo de ciudadanía.