Desde hace casi dos años la población palestina sufre un castigo colectivo insoportable: bombardeos, destrucción, hambruna y una violencia constante. Miles de vidas segadas, familias desplazadas y comunidades enteras arrasadas constituyen una realidad que no podemos ni debemos normalizar. En los últimos días, la invasión terrestre de la ciudad de Gaza y la intensificación de las agresiones del Estado genocida han multiplicado el horror y la destrucción sobre una población exhausta, sitiada y despojada de lo más básico para sobrevivir. Esta ofensiva criminal nos obliga a redoblar nuestros esfuerzos, a no ceder un solo espacio al silencio ni a la indiferencia, y a fortalecer la solidaridad activa frente a quienes pretenden borrar a un pueblo entero de la faz de la tierra.

En Aragón hemos levantado la voz una y otra vez, desde las calles y las plazas, para decir alto y claro que el silencio no es opción. Nos une la convicción de que la paz, la justicia y la dignidad de los pueblos no son negociables.

Esa convicción está recogida en la propia Ley Aragonesa de Cultura de Paz y No Violencia, que compromete a las instituciones aragonesas a promover activamente la paz, los derechos humanos y la solidaridad internacional.

Las movilizaciones en Aragón han dado fruto: por primera vez, el presidente autonómico reconoció públicamente que lo que ocurre en Gaza es “absolutamente indefendible”. Es un gesto importante aunque insuficiente, pero demuestra algo importante: la voz de la ciudadanía organizada tiene fuerza para mover lo que parecía inamovible.

Pero en estos días que se celebra la Asamblea General de las Naciones Unidas, no podemos olvidar que, desde hace más de 75 años, “Israel” incumple de manera sistemática cientos de resoluciones que reconocen los derechos del pueblo palestino y exigen el fin de la ocupación.

Entre ellas:

* La Resolución 194 (1948), que reconoce el derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares y a ser indemnizados por las pérdidas sufridas.

 * La Resolución 242 (1967), que exige la retirada israelí de los territorios ocupados en la guerra de 1967 y el respeto a la soberanía e integridad de todos los Estados de la región.

* La Resolución 2334 (2016), que declara que los asentamientos israelíes en los territorios ocupados, incluida Jerusalén Este, son ilegales y constituyen una flagrante violación del derecho internacional, y exige su cese inmediato.

Todas ellas siguen vigentes en su aplastante peso moral y político; siendo las dos últimas directamente vinculantes. Todas ellas son ignoradas con total impunidad. Cada incumplimiento tolerado es un mensaje devastador: que los derechos de un pueblo pueden ser suspendidos indefinidamente, y que la justicia internacional puede ser secuestrada por intereses políticos.

Frente a este intento de invisibilizar y acallar —llegando incluso a que Estados Unidos deniegue la entrada a la delegación palestina en la propia Asamblea General de la ONU— varios países han reconocido al Estado de Palestina. Es un paso importante y necesario, pero insuficiente si no viene acompañado de medidas efectivas que pongan fin al genocidio, la ocupación, la colonización y la impunidad.

Exigimos defender la legalidad internacional y el derecho del pueblo palestino a vivir en paz y libertad en su tierra. Y en concreto:

* Que la ONU cumpla su mandato, haga cumplir sus propias resoluciones y no se someta a vetos que niegan la voz de los pueblos, garantizando activamente el alto el fuego y el acceso seguro y sin trabas de la ayuda humanitaria.

* Garantías para que el alto el fuego sea inmediato y permanente, con el fin de la ocupación en Cisjordania y el cese de la violencia de los colonos armados.

* Para que esto sea posible, exigimos que la Unión Europea actúe de manera coherente y determinada: aplicando un embargo de armas, suspendiendo los acuerdos de cooperación en defensa y seguridad con un régimen que vulnera de forma sistemática los derechos humanos, deteniendo el comercio —especialmente el de productos procedentes de los asentamientos ilegales en territorios ocupados— y suspendiendo el acuerdo de Asociación UE-Israel, que patrocina económicamente a la entidad de ocupación.

* Que el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza cumplan la Ley Aragonesa de Cultura de Paz y No Violencia, y se sitúen claramente del lado de la justicia y la dignidad.

*  Por último, solicitamos a la ciudadanía que siga presionando y apoyando acciones de boicot a la participación y promoción de “Israel” en competiciones deportivas y eventos culturales, presionando a nuestras instituciones para hacer cumplir esta agenda de paz que unánimemente compartimos.

Gracias a quienes lleváis casi dos años en las calles sin descanso, especialmente durante este verano, alzando la voz por Palestina. Vuestra constancia ha sido un faro de dignidad. No hay palabras suficientes para agradecer vuestra solidaridad y compromiso. Gracias a las organizaciones políticas, sindicales y sociales progresistas de esta tierra por unir hoy vuestras voces en torno a los derechos humanos del pueblo palestino.

Hoy, desde Aragón, alzamos la voz con fuerza y unidad:

Frente al silencio, ruido

Frente a la impunidad, memoria

Frente al genocidio, solidaridad

VIVA PALESTINA LIBRE